Hay un momento silencioso, incómodo y muchas veces solitario en la trayectoria profesional: ese instante en que algo dentro dice “esto ya no me hace sentido”.
No siempre es ruido. A veces es ausencia. Ausencia de motivación, de propósito, de ganas.
Puede ser sutil, como una sensación de desconexión al comenzar la jornada. O más intensa, como la certeza de estar viviendo una vida profesional que ya no te representa.
En un mundo que nos empuja a producir sin pausa, detenerse a escuchar esa voz puede parecer un lujo… o una locura.
Pero en realidad, es el primer paso hacia algo mucho más valioso: redefinir tu camino desde la autenticidad.
¿Y si no se trata de renunciar, sino de reconectar?
No todo cambio implica dejarlo todo. A veces, se trata de revisar:
¿Qué estoy haciendo por inercia?
¿Qué elegí desde el miedo y no desde el deseo?
¿Qué fortalezas tengo que no estoy usando?
¿Qué tipo de impacto quiero generar con lo que sé y soy?
Estas preguntas no tienen respuestas rápidas. Tampoco son cómodas.
Pero son necesarias si queremos que nuestra carrera nos dé energía, y no nos la drene.
La carrera profesional no es una línea recta.
Muchas veces sentimos culpa por querer cambiar, como si estar “descontentos” fuera un problema.
Pero la verdad es que crecer también implica evolucionar, y eso significa tener el coraje de actualizar nuestros sueños y redefinir nuestros caminos.
Redefinir no es fracasar. Es madurar.
Es tener la valentía de preguntarse: ¿Qué quiero ahora? ¿Qué sentido quiero que tenga mi trabajo?
Acompaño este tipo de procesos porque yo también los viví.
Como coach, acompaño a personas que están justo ahí:
En ese cruce entre lo que han construido y lo que anhelan construir.
Personas que saben que pueden más, pero ya no quieren hacerlo de cualquier manera. Un espacio para ordenar, conectar y avanzar.
Con foco, claridad y, sobre todo, sentido.
Gracias por leerme.
Tu carrera no es solo una fuente de ingresos. También puede ser una fuente de energía, impacto y realización.





