Las conversaciones que mantenemos cada día tienen un poder silencioso: pueden impulsarnos o agotarnos. No se trata solo de lo que decimos a los demás, sino también de lo que nos decimos a nosotros mismos. Ese diálogo interno y externo moldea nuestra manera de vivir, trabajar y relacionarnos.
Conversaciones que expanden
Son aquellas que abren posibilidades. Invitan a soñar, suman ideas y generan soluciones. Nos conectan con nuestra creatividad y nos ayudan a ver oportunidades donde antes solo veíamos límites. Este tipo de conversaciones alimenta nuestra energía y fortalece nuestra confianza.
Ejemplos:
“¿Qué podemos hacer diferente para que esto funcione?”
“¿Qué aprendí de lo que acaba de pasar?”
“¿A quién puedo pedir apoyo en este desafío?”
Conversaciones que limitan
Por el contrario, hay conversaciones que se vuelven un círculo cerrado. Son defensivas, evasivas o repetitivas. Se enfocan más en el problema que en la solución y, sin darnos cuenta, nos desgastan emocionalmente.
Ejemplos:
“Siempre es lo mismo, nada va a cambiar.”
“No soy lo suficientemente bueno para esto.”
“Mejor no digo nada, total no servirá de nada.”
Estas conversaciones, tanto internas como externas, suelen estar llenas de juicios y miedos. Nos desconectan de nuestro bienestar y limitan nuestra capacidad de liderar con claridad.
Transformar el diálogo para liderar con propósito
El cambio comienza por escuchar con atención el tipo de conversaciones que tenemos. Pregúntate:
¿Esta conversación me acerca o me aleja de lo que quiero construir?
¿Estoy sumando soluciones o solo repitiendo el problema?
¿Qué nueva pregunta podría abrir posibilidades en este momento?
Practicar este tipo de reflexión te permitirá transformar tu diálogo interno y, por ende, el externo. La calidad de tus conversaciones define la calidad de tu vida y de tu liderazgo.
Haz la prueba.
Durante una semana, observa tus conversaciones más frecuentes. Si notas que muchas de ellas te desgastan, atrévete a cambiarlas. Sustituye las frases que cierran puertas por preguntas que las abren. Verás cómo, poco a poco, cambia tu energía y tu capacidad de influir positivamente en otros.
💡 Recuerda: Las palabras tienen el poder de crear o destruir realidades. Cuida cómo te hablas y cómo hablas a los demás.





